Estuvimos allí: “Ovid Day One – La visibilidad de la producción científica” #BMSOVIDAY

Una vez más, BiblioMadSalud se ha materializado en la sede del Colegio de Médicos de Madrid en un nuevo modelo de reuniones que también por vez primera ha abierto las puertas a todos los profesionales sanitarios, en busca de un entendimiento, una colaboración y una complicidad entre los profesionales de las bibliotecas, los profesionales de las ciencias de la salud (asistenciales, docentes y gestores) y los proveedores de recursos de información.

Tras el consabido turno de parabienes entre la vicepresidenta del Colegio (Belén Padilla), el coordinador de BiblioMadSalud (José Manuel Estrada) y la representante de OVID (Katrina Díaz), como corresponde a profesionales bien avenidos y orgullosos de colaborar en eventos productivos y concurridos, el moderador de la mesa, Miguel Ángel Máñez (Unidad de Desarrollo Profesional y Gestión del Conocimiento, SERMAS) abrió el acto presentando brevemente a cada uno de los participantes.

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El argumento del acto era sencillo: hablar de cómo hacer visible la producción científica. Para ello nos preguntamos primero qué y cómo publicar, después cómo conseguir que lo publicado sea visible de forma más eficaz, después cómo evaluar lo publicado y además, más tarde cómo normalizar lo publicado-visible para que sea correctamente visible, y por último cuál puede ser el papel de las bibliotecas en todo este embrollo.

La primera en intervenir fue Cristina Calvo, pediatra del Hospital La Paz y profesora de la Universidad Alfonso X el Sabio, quien se interrogó desde el propio título de su intervención (“Dónde y cómo publicar”) y fue dando respuesta a sus interrogantes, además de convincentes recomendaciones.  Ante una futura publicación, todo autor debe preguntarse primero que tipo de trabajo tiene entre manos (qué tipo de estudio ha realizado y qué documento quiere difundir) y, por supuesto, cuál es la finalidad de su publicación. En la mayoría de los casos se va a decantar por un artículo en una revista visib2científica, de ahí que sus primeras indagaciones vayan dirigidas a conocer si posee financiación o no para publicar (si la respuesta fuera afirmativa podría decidirse por revistas de acceso abierto), cuáles son las revistas con mayor prestigio (en función de su factor de impacto, por ejemplo), cuáles son las revistas de su especialidad que pudieran estar interesadas en su trabajo y cuáles de entre estas revistas ofrecen mayor rapidez en el proceso de revisar el manuscrito (para evitar que nuestro trabajo quede obsoleto nada más publicarlo). En la mayoría de las ocasiones el autor va a optar por un artículo original en formato clásico, pero también puede decidirse por presentar datos preliminares (siendo una buena elección un “brief report”) o por un trabajo corto, siendo en este caso la carta clásica o la carta científica (case report) un formato oportuno. Y la pregunta del millón, ¿debo publicar en una revista internacional o en una revista nacional? La respuesta la tiene el propio autor según sus objetivos profesionales: prestigio, curriculum, difusión en su propio entorno… En la segunda parte de su intervención Cristina explicó como estructurar un artículo y fue desgranando convenientes recomendaciones para redactar cada una de las partes del mismo, comenzando por leer detenidamente las instrucciones para las autores propias de la revista donde hemos elegido enviar nuestro trabajo. Nos habló sobre cómo escribir correctamente el resumen, la introducción o el apartado de material y métodos, sobre cómo elaborar tablas y figuras, sobre cómo redactar la discusión y las conclusiones tras presentar los datos relevantes de nuestro estudio, y finalmente recomendaciones sobre los agradecimientos y la bibliografía (más apreciada si la mitad de nuestras referencias no tienen una antigüedad superior a cinco años).  Acabamos todos, por así decirlo, con ganas de ponernos a escribir al instante.

La segunda intervención corrió a cargo de Emilio Delgado López-Cózar, profesor de la Universidad de Granada y miembro del grupo bibliométrico EC3, quien comenzó tocando la fibra sensible de los asistentes al sentirse conmovido y orgulloso por estar compartiendo el mismo espacio en que décadas antes estuviera dando clases el Nobel Cajal. La primera parte de su intervención versó sobre la revolución operada en los últimos años en el mundo de la comunicación científica, al pasar de la llamada “galaxia Gutenberg” o mundo impreso a la “galaxia web o mundo online”. Esto ha supuesto que muchos que no tenían voz, ahora la tienen gracias a Internet y ha supuesto una eclosión de nuevos canales de comunicación (blogs, twitter, youtube…) en dos ámbitos diferenciados pero útiles ambos: las redes sociales y las redes profesionales (Linkedin ovisib3 ResearchGate); y también nuevas fuentes de información, o cómo Emilio definió muy expresivamente, “nuevos barcos del conocimiento”, como Google Scholar (Google Aacdémico). La segunda parte de su presentación la dedicó a explicar, de forma didáctica y divertida, cómo difundir de forma eficaz nuestros trabajos en la red para lograr una mayor visibilidad, labor que estructuró en tres pasos: depositar el trabajo en un repositorio, construir una identidad digital de autor y difundirlo en las redes. Su primera recomendación fue no ir depositando los trabajos en cuantos repositorios conociéramos, sino elegir uno y enlazar desde los demás, consiguiendo con el menor esfuerzo estar presentes de forma simultánea en muchos lugares. Y cómo él mismo se interrogó, ¿dónde depositar mi trabajo? La respuesta, para Emilio, es sencilla, en el repositorio de mi propia institución, si existe, porque todo profesional se debe en primer lugar a la institución en que trabaja, y desde dicho repositorio asociarlo a todos los demás. Las ventajas de un depósito en un repositorio son claras: un almacenaje perpetuo, una descripción normalizada de la información introducida, una accesibilidad permanente y una muy útil visibilidad en Google. Así mismo, alertó del depósito de herramientas ajenas (por ejemplo, ResearchGate) donde si uno elimina su perfil elimina los depósitos de su trabajo, perdiéndose uno de los grandes valores de un repositorio: el depósito. Y junto a esta alarma un cable a los bibliotecarios: “podemos y debemos ayudar a nuestros usuarios en el depósito de sus trabajos en el repositorio institucional, instruyendo sobre qué depositar y cómo depositarlo». En segundo lugar aconsejó sobre la conveniencia y utilidad de crearnos un perfil de profesional en las redes. Puso como ejemplos ORCID, de gran difusión desde el momento que lo están solicitando muchas revistas internacionales y los centros de investigación a la hora de solicitar financiación para los proyectos, y Google Scholar, que además de una gran visibilidad y uso tiene la ventaja de ser un sistema que “trabaja para los autores” (y no al revés). Los perfiles, como bien señaló, sirven para difundir los trabajos de un autor y para que éste sea identificado, de tal forma que, como concluyó, ante la disyuntiva de crearse un perfil sólo hay dos respuestas: sí o sí. Por último, habló sobre las herramientas de las herramientas las definió como “escaparates de la ciencia” que van a permitir que mis trabajos sean conocidos de otra forma menos tradicional y consultados por todos aquellos que navegan por Internet, de tal modo que si queremos visibilidad debemos estar en lugares -en “barcos”- como Google Scholar, Microsoft Academic o ResearchGate. Y concluyó el docente con dos sentencias: la primera, rememorando al “presente” Cajal, que lo más relevante es “comunicar” nuestro trabajo a la sociedad, y la segunda, que todos recordáramos que lo más importante no es el medio, sino el mensaje. Muchos de los presentes, ya estuvieron tardando en subir sus trabajos a GoogleScholar y en crearse un perfil. Su “visibilidad” lo agradecerá.

En tercer lugar tomó la palabra el incisivo y polémico Isidro Aguillo, quien ya había calentado motores semanas atrás en las redes con sus intervenciones acerca de los errores bibliométricos en las memorias de las instituciones sanitarias, y que venía con el propósito de iluminar y corregir nuestras malas acciones con el título de su ponencia: “Usos y abusos de los indicadores bibliométricos”. Como los anteriores intervinientes, también Isidro llegó con sus propios interrogantes y lo primero que se preguntó y nos preguntó es ¿por qué utilizamos las citas? A lo que se respondió y nos respondió que porque el trabajo de todo investigador, de todo profesional debe ser evaluado, y sobre todo porque buena parte de la investigación se financia con fondos públicos, lo que visib4determina que dicha investigación ha de ser evaluada de forma objetiva y transparente para competir por dicha financiación de acuerdo a las reglas del juego. El principal problema de esta evaluación, y de ahí los malos usos, es el frecuente recurso a la “mala bibliometría” o la “bibliometría fácil”, vicios y defectos que deben evitarse y que perjudican y lastran esa evaluación objetiva. Una de las malas prácticas más generalizadas es el empleo de herramientas evaluadoras, como el factor de impacto, que en su origen iba destinado a evaluar revistas, para evaluar y comparar otras cosas, como los CV de individuos o grupos. Además, muchos de estos recursos tienen sus propias limitaciones, sin ir más lejos el “invento de Garfield” del JCR tiene importantes sesgos de idioma, de especialidad… que muchas veces se ignoran, e incluso la utilidad de los cuartiles puede quedar en entredicho con lo que Isidro ha bautizado como el “5º cuartil”, donde habría que incluir todos aquellos trabajos que no tienen cabida en el JCR como actas de congresos, libros, memorias, capítulos…. que también son ciencia. El interviniente siguió enumerando, en una puesta en escena que habla muy en positivo de sus tablas ante audiencias expectantes de aprender algo tan enrevesado como es esto de la bibliometría, otros errores como la ausencia (hasta hace bien poco) de revistas de acceso abierto en el JCR o los problemas de difícil resolución para evaluar las publicaciones como el de la “hiperautoría” (trabajos firmados por cientos de autores)  o el de las “bella durmiente” (artículos olvidados del pasado, resucitados para el presente). La solución, para Isidro, parece fácil (no tanto para los bibliotecarios, que siendo más de letras que de ciencias esto de las medias, las medianas y demás nos nubla el intelecto): simplemente utilizar las citas reales, datos que ya se conocen, por ejemplo en Web of Science o Scopus, para cada artículo, y en consecuencia, para toda una revista, o un autor, o un grupo, y por no no utilizar las citas esperadas, pues a fin de cuentas el factor de impacto no es sino un factor de medias y un factor de citas esperadas, no reales. Siguiendo con sus críticas hacia el abuso del factor de impacto en la mayoría de las evaluaciones, enunció algunos de sus principales defectos: tratarse de una ventana de citas temporal (2 años, o a lo sumo 5, con lo que no se evalúa una evolución), que se trata de una media central (y aludió entonces a la campana de Gauss, que muchos no veíamos desde la EGB o la ESO), su falsa precisión (al tratarse de medias) y su generalización (pues todas las citas tienen el mismo valor). Y, sobre todo, clamó a los cielos por el uso y abuso, por parte de quienes elaboran memorias científicas, de operaciones como la suma de factor de impactos y el promedio de factores de impacto. Polémico y explícito hasta el final, la promesa de un descanso inmediato con un café le privó a Isidro de entrar en campo abierto a discutir sobre las “malas prácticas” que vaya usted a saber de quien son culpa en primera y última instancia.

Tras un reparador café con pastas a una hora muy “British” si se tiene en cuenta la diferencia horaria, cerraron la sesión dos bibliotecarias de pro:  la una, María Sobrido (ahora en tareas docentes), ha hecho mucho por la visibilidad de los profesionales de salud gallegos y la otra, Rosa Sánchez, lo sigue haciendo por los docentes de la UNED desde el Campus Norte.

María Sobrido ilustró su charla con el ejemplo del curriculum vitae del Nobel Severo Ochoa a partir del supuesto de que éste, como joven investigador, habría ido construyendo su perfil digital poco a poco y habría ido configurando con el tiempo su forma normalizada de firma. Fundamentó la necesidad de una correcta visibilidad de los trabajos de un autor en el prestigio conseguido por sus publicaciones, que se traduce en una posibilidad de una mayor financiación para dichas investigaciones y, en definitiva, en la posibilidad de continuar investigando para difundir y divulgar los resultados obtenidos. Sin embargo, dicha visibilidad no es fácil de conseguir pues las diferentes formas en que un autor puede firmar sus trabajos (nombre simple o compuesto, uno o dos apellidos) dificultan la recogida de toda su producción, por ello María ofreció diferentes soluciones encaminadas a paliar este problema. La primera es lavisib5 normalización del formato de firma del autor que, citando un documento de la FECYT de 2007, consiste en firmar siempre de la misma forma para que de una forma sencilla cualquiera pueda recoger todo lo publicado por un determinado autor; y esa normalización pasa, por supuesto, por adaptarse a las reglas del juego (esto es, que si la cultura científica norteamericana identifica un solo apellido, para evitar confusiones los autores españoles con dos apellidos deberían convertir esos dos apellidos en un apellido compuesto uniendo ambos con un sencillo guión). La segunda solución pasa por crearse una firma digital mediante herramientas como ORCID, con la que conseguimos hacer visible nuestro curriculum y nuestras publicaciones al adoptar un código único internacional que nos identifica como autor único, al margen de las posibles firmas con las que hayamos publicado nuestros trabajos. Aún es pronto, concluyó María, para determinar si ORCID es la herramienta definitiva, pero tiene muchas papeleteas para serlo: por ejemplo, es una herramienta de una institución sin ánimo de lucro, es un identificador único y permanente (vinculado al autor y no a las diferentes instituciones en las que pueda haber trabajo a lo largo de su vida laboral), es un identificador libre y abierto (no requiere pago por inscribirse de forma individual), y a día de hoy lo están solicitando a los autores las grandes revistas, las grandes editoriales y las grandes instituciones. Sus dotes persuasivas y, apoyada en Ochoa, seguro que consiguieron que ya esa misma tarde muchos se “hicieran amigos de ORCID”, y más de uno, a buen seguro,  esa misma noche revisó sus firmas y no tardó en arrepentirse de haber firmado de mil formas distintas, tomando buena nota de las recomendaciones aprendidas.

Finalizó el turno de las intervenciones Rosa Sánchez quien, con un estilo directo y muy convincente, vino a concluir, por si aún no nos habíamos enterado, que las bibliotecas y los profesionales que en ellas habitamos teníamos mucho que decir y mucho que hacer en esto de hacer visible la producción científica de nuestros usuarios, preguntándose si realmente nuestros usuarios saben lo que por ellos hacemos y podemos hacer en sus bibliotecas. Y pasó a enumerar, desarrollar y ejemplificar las cinco principales actividades que quedarían englobadas en el ámbito de la producción científica, su evaluación y su visibilidad.

1.- Información: para lo cual las bibliotecas hacen uso de las visib6distintas herramientas propias de las redes sociales junto con las herramientas de comunicación propias de la institución donde se ubican, para llegar por todos los medios posibles a sus usuarios y mantenerles informados en todo momento;

2. Formación: necesario complemento a la información, donde el acercamiento al usuario es inmediato y eficaz, mediante cursos presenciales y cursos online;

3. Asesoramiento: donde mediante una relación directa y personalizada entre el profesional de la biblioteca y el usuario, éste puede resolver sus necesidades y dudas en cuanto al proceso de publicación en abierto, la propiedad intelectual, el impacto de las publicaciones, la visibilidad de sus trabajos en la red o dónde publicar para conseguir un mayor impacto y prestigio de sus publicaciones;

4. Participación: del personal de las bibliotecas en foros de usuarios donde informar, formar y comunicarles sobre lo que puede y hacen las bibliotecas por ellos a la hora de visibilizar o lograr visibilizar sus logros y resultados;

y 5. Colaboración: con usuarios y con otras bibliotecas –como el foro de BiblioMadSalud- porque así todos aprendemos y crecemos en compañía.

Con esta dosis en vena de optimismo y un repaso a lo que hacemos en muchas bibliotecas y que no pocos usuarios desconocen, terminaba el programa oficial y aunque no hubo bises porque todo quedó tremendamente claro, sí hubo un breve turno de preguntas, donde se dio voz y vida a los asistentes, y un vino español cerraron una nueva productiva jornada en el ICOMEM. Esto fue todo, y allí estuvimos para verlo, para oírlo y para contarlo.

 

Comité Ejecutivo BiblioMadSalud

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